¿Qué huesos hay en esta tumba?

Es el enterramiento oficial de don Rodrigo Díaz y su esposa doña Jimena. Sin embargo los diversos traslados y expolios que sufrieron sus tumbas a lo largo del tiempo nos tiene que llevar a la conclusión de que el porcentaje de restos reales que contenga sea bastante pequeño.

Viaje desde Valencia

Su primer enterramiento seguramente fuese en la catedral de Valencia en 1099 de donde Jimena tendrá que exhumarlo tres años más tarde al perder el control sobre la ciudad y tener que regresar a Castilla.

En su regreso se establecerá y depositará el cuerpo de su marido, en el centro religioso con cierto empaque más cercano a Burgos; el cenobio de san Pedro de Cardeña.

Cardeña 1102-1808

La leyenda cuenta que el cuerpo incorrupto del Cid estuvo expuesto, sentado y blandiendo su espada, durante diez años hasta que se desprendió la nariz y se decidió enterrarlo con toda la dignidad.

La historia mas bien nos cuenta que fue enterrado dentro de la iglesia, a pesar de ser un guerrero, en cierto sentido exiliado, sin episodios destacados de sentimiento cristiano, y sin relación alguna con ese monasterio, porque ya había conseguido en vida cierta admiración y respeto ante la gente.

A lo largo de siete siglos su tumba cambió varias veces de ubicación; a un nicho al lado del altar, al centro de la iglesia por mediación de Alfonso X, a frente la sacristía, junto a una escalera, y finalmente a una capilla construida ex profeso en el siglo XVIII.

A pesar de esos traslados no se cree que los cuerpos de los finados no se mantuvieran, hasta 1808, como los registraron en un documento de mediados del siglo XVI. Los dos cuerpos, el del Cid más deteriorado, envuelto en una capa de motivos moriscos y junta a él sus espuelas y su espada.

Saqueo durante la ocupación francesa

Con las primeras victorias de las tropas napoleónicas en Burgos, en 1808, comienzan los saqueos para conseguir un botín. Aún siendo un personaje reconocido incluso por los propios franceses su tumba no se librará de ser totalmente expoliada en busca de objetos de valor y para algunos sus propios huesos valdrán como tesoro.

Los intentos de algunos superiores del ejército napoleónico, personificado en la figura del general Thiebault, de recuperar y entregar los esqueletos de don Rodrigo y doña Jimena, no pudieron que evitar el extravío de muchos de los huesos. Desde ese momento la dispersión llevará huesos por toda Europa y unos restos que nunca se volverán a completar.

Recuperados para el Ayuntamiento

El general Thiebault, como gobernador provisional en Castilla, conoce la figura que significaba el Cid Campeador e intenta reintegrar sus restos en la medida de lo posible. Al año siguiente, en 1809, los pone en un monumento ya en la ciudad de Burgos y bajo supervisión del consistorio, convirtiendolo en cierto sentido en una imagen civil.

Pequeño regreso a Cardeña

Tras la ocupación francesa el monasterio de Cardeña recupera tímidamente su vida religiosa. Dentro de esta recuperación en 1826 solicita y recibe los huesos del Cid que estaban en el monumento específico en el paseo del Espolón en la capital burgalesa.

El cenobio volverá a quedar abandonado tras la desamortización de Mendizabal (1835) ante lo cual el Ayuntamiento los recuperará para la Casa Consistorial de Burgos siete años después para evitar nuevas profanaciones.

De la Casa Consistorial a la Catedral

En 1921, aprovechando el 700° Aniversario del comienzo de la construcción de la Catedral, se decide depositar estos restos de don Rodrigo Díaz y doña Jimena en un lugar especial y privilegiado de la ciudad, en centro del interior de la Catedral burgalesa.

Con posterioridad a este evento se descubrieron nuevos huesos tanto en Burgos como en zoñas europeas tan lejanas como la república Checa y Rusia, que quedaron fuera de este enterramiento.