Como un Funeral de Estado

En la mañana del 21 de julio de 1921 se oficializará toda una ceremonia para trasladar los restos de don Rodrigo Díaz y su mujer doña Jimena, desde el Ayuntamiento de la ciudad al centro del interior de la Catedral donde serán definitivamente sepultados.

Una celebración civico/religiosa a la que no faltaron todas los estamentos relevantes de la cosa pública que querían quedar asociados con lo que el Cid Campeador representaba. Se encontrarán de esta manera; la corona, el estado, el ayuntamiento, el ejército, y la iglesia.

El rey y el Ejército

Acompañando a la urna con los restos del Cid durante todo el pequeño trayecto estuvo Alfonso XIII con su compañía de guarda. Abriendo y cerrando la comitiva otras secciones como artillería, infantería, caballería, y la guardia civil. Todo un acompañamiento castrense con disparo de salvas incluido.

En este momento de 1921 el país se encuentra en una violenta crisis política y social y el Rey se ha posicionado y apoyado en el ejército. Por su parte el propio ejército está siendo duramente derrotado en Marruecos al mismo tiempo que está reprimiendo las revueltas sociales en la península. Es lógico pensar que a ambas partes les conviene acersarse a los valores que la tradición le otorga a un guerrero con don Rodrigo Díaz.

El Estado y los Ayuntamientos

En el momento simbólico de bajar la urna a su enterramiento en el centro de la catedral participaron todos los estamentos. La representación del estado fué la del ministro de instrucción pública y bellas artes el burgalés Francisco Aparicio y Ruiz. Junto a él, y el infante don Fernando, estarían los alcaldes de las dos ciudades más tradicionalmente enlazadas con el Cid Campeador; Valencia y Burgos.

El Ayuntamiento ha sido el custodio de los restos recuperados del Cid desde 1842 cuando tras la desamortización de Mendizabal (1835) el monasterio de Cardeña quedó abandonado y la tumba corría el peligro de ser nuevamente profanada, hasta este momento de 1921 cuando son trasladados a su entierro definitivo en la Catedral. Ya tras el primer expolio de 1808 y la incursión de las tropas napoleónicas los huesos recuperados fueron devueltos al Consistorio burgalés donde estuvieron durante casi 20 años.

y la Iglesia

En los actos el estamento eclesiástico estuvo representado por los obispos de Burgos y de Valencia mas la presencia "internacional" del nuncio de Roma. En los aspectos litúrgicos-funerarios se celebró una misa de réquiem anunciada solemnemente con el correspondiente volteo de campanas.

Con este enterramiento la Iglesia vuelve a coger su papel de contenedor sobre la tumba del Cid como había sido desde que doña Jimena llevase los restos al monasterio de san Pedro de Cardeña en 1102. Entonces la tumba no ocupó un lugar privilegiado puesto que no era una figura religiosa ni estaba directamente relacionada con el cenobio. Ahora, en 1921, no habrá tantas dudas de dónde ubicar la urna.