En un espacio cuadrado de unos 16m2, robados a una esquina del patio del claustro, se contruye entre 1545 y 1550 esta completa capilla renacentista.
Es maestro de obras de la Catedral en ese momento y su estilo de suaves relieves rebajados y detalles fundados en la fantasía renacentista está aquí más presente que nunca.
Arcediano de Lara y canónigo en la Catedral es el fundador y promotor de esta su capilla funeraria.
Una pequeña puerta entre el altar y el muro del sepulcro da paso a una estrecha escalera que llevaba al claustro bajo, donde se ubicaba la sacristía.
Es contemporáneo a la capilla, realizado por Diego Guillén, colaborador de Vallejo, con evidente influencia del gran retablo mayor de la capilla de los Condestables.